En un contexto global de transición energética y reducción de emisiones, los biocombustibles siguen evolucionando. Después de los de primera y segunda generación, surge una nueva categoría: los biocombustibles de tercera generación, capaces de superar muchas de las limitaciones de sus predecesores y aportar soluciones verdaderamente sostenibles a largo plazo.
¿Qué son los biocombustibles de tercera generación?
Son aquellos que se obtienen a partir de microalgas, bacterias u organismos modificados genéticamente, capaces de producir lípidos, azúcares o etanol de forma eficiente sin competir con la alimentación ni requerir grandes superficies agrícolas.
A diferencia de los de segunda generación, que provienen de residuos orgánicos o aceites usados (como los que gestiona Fuelnature), los de tercera generación se cultivan en biorreactores, aprovechando la fotosíntesis o procesos fermentativos altamente controlados.
Ventajas clave
No compiten con alimentos
No necesitan cultivos agrícolas tradicionales. Utilizan CO₂, luz solar, aguas residuales y nutrientes minerales.
Mayor productividad
Las microalgas pueden producir hasta 10 veces más aceite por hectárea que la soja o la colza.
Captura de carbono
Absorben CO₂ durante su crecimiento, actuando como sumideros de carbono.
Versatilidad
Pueden generar biodiésel, bioetanol, biometano e incluso hidrógeno, según el tipo de procesamiento.
Escalabilidad modular
Se pueden desarrollar en espacios industriales, en tierra no cultivable o incluso en zonas urbanas.
¿Cómo se producen?
- Cultivo de microalgas
Se cultivan en biorreactores abiertos o cerrados, con acceso a luz, CO₂ y nutrientes. - Recolección y secado
Las algas se separan del medio líquido mediante centrifugación o filtrado. - Extracción de lípidos
Mediante disolventes o métodos mecánicos (como prensas o ultrasonido). - Conversión a biocombustible
Los lípidos extraídos se transforman en biodiésel por transesterificación o en HVO mediante hidrogenación.
¿Cuál es el reto?
Aunque su potencial es enorme, el principal obstáculo hoy es el coste de producción. El cultivo, secado y extracción siguen siendo procesos caros en comparación con materias primas residuales como el aceite usado. Por eso, los biocombustibles de tercera generación todavía no son competitivos a escala industrial.
No obstante, los avances en ingeniería genética, automatización y economía circular están acelerando su viabilidad. La UE ya ha financiado decenas de proyectos piloto y varias patentes innovadoras apuntan a una reducción significativa de costes en los próximos años.
¿Qué papel puede jugar Fuelnature?
Aunque en Fuelnature trabajamos actualmente con aceites vegetales usados —materia prima clave en los biocombustibles de segunda generación—, seguimos muy de cerca las nuevas tecnologías. Nuestro compromiso es claro: transformar residuos en energía, y en un futuro, ampliar nuestra cadena de valor hacia alianzas con proyectos de tercera generación.